Ciudad de México, 16 de septiembre. (SinEmbargo).– Las calorías contenidas en el azúcar en sus distintas formas (azúcar refinada, fructosa y jarabe de maíz de alta fructosa) son tan dañinas como las que tienen las bebidas alcohólicas, y por eso deberían regularse, afirmó Robert Lustig, miembro del Instituto de Estudios de Políticas de Salud de la Universidad de California, Estados Unidos.
“El azúcar tiene calorías tóxicas como las del alcohol y éstas se regulan”, aseguró durante la conferencia La Pandemia del Azúcar, el desencuentro de la política pública con la política.
Las calorías tóxicas del azúcar están contenidas en los refrescos, panes, yogures, salsas, pero las que están en las bebidas sí son de las que más riesgo de diabetes generan por la cantidad en que se consumen, explicó.
De visita en México, el neuroendocrinólogo estadounidense se sumó a los especialistas en salud que consideran que un impuesto a los refrescos ayudaría a abatir el consumo de estas bebidas, y a disminuir los índices de obesidad, diabetes y otras enfermedades.
Se refirió a los argumentos de las empresas refresqueras de que las calorías contenidas en sus bebidas azucaradas “son pocas en comparación con otros productos”.
Explicó que puede ser cierto, pero no son las mismas, por ejemplo, a las que hay en la fruta, que también contiene azúcares. Estas son digeridas de mejor manera por la fibra. En cambio, las contenidas en una Coca Cola no se digieren tan fácilmente, y por la presentación del producto, quien las consume no se sacia y quiere más.
Otro argumento al que se refirió es a la posibilidad de que, como dicen las refresqueras, con el impuesto se afecte la industria cañera productora de azúcar.
Dijo que el Estado tiene opciones. Una de ellas es subsidiar a los cañeros para no quebrar al sistema de salid. Así lo dijo: “O subsidias a los cañeros o quiebras el sistema de salud”.
De acuerdo con los datos que ofreció, consumir refrescos aumenta en 25 por ciento la posibilidad de tener diabetes. Pero no sólo los obesos o diabéticos que consumen refrescos engrosan las filas del sistema de salud. También gente “normal”, por la posibilidad de enfermedades metabólicas crónicas y gracias a su consumo de azúcar.
Afirmó que hay estudios en Estados Unidos que indican que la población latina es más vulnerable a los efectos del azúcar.
Reconoció que la propuesta de aplicar un impuesto para abatir el consumo de refrescos aún no ha sido monitoreada. Pero como ocurre con el alcohol, sí está demostrado que si hay menos disponibilidad, el consumo bajará.
“Los impuestos deben ser considerables para que la gente considere su consumo. El impuesto puede influir, es la ley de hierro, la de disminuir la disponibilidad”.
SEMANA CRUCIAL
Esta semana se votará en la Cámara de Diputados la reforma fiscal propuesta por la administración de Enrique Peña Nieto.
Es una reforma que ha sido cuestionada por diferentes sectores que se sienten amenazados ante sus posibles consecuencias.
Las protestas han surgido lo mismo de actores inmobiliarios para pedir no se graven las rentas ni las hipotecas, o de organizaciones de padres de familias para pedir que las colegiaturas sigan siendo deducibles. Incluso el Partido Acción Nacional (PAN) ha retomado estas banderas y comenzó una etapa de volanteo para difundir su rechazo.
En el caso del impuesto a los refrescos, aunque la propuesta estaba contenida dentro del paquete fiscal, es también una iniciativa que desde diciembre presentó la Senadora panista Marcela Torres Peimbert.
Pero en cuanto fue presentada la miscelánea fiscal por el Secretario de Hacienda Luis Videgaray el 1 de septiembre, comenzó un cabildeo por parte de las empresas refresqueras, productoras cañeras y la Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC), es decir la que agrupa a las tienditas.
De acuerdo con información de la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC), la industria refresquera genera una inversión de 600 millones de dólares y 135 mil 332 empleos directos.
Asimismo, usa para sus productos un millón de toneladas de azúcar y 900 mil toneladas de fructosa.
Según la ANPRAC, al año los mexicanos consumen 16 mil millones de litros de refrescos al año.
Según los desplegados que ha publicado la ANPRAC, con el impuesto se afectaría al sector cañero, y a los pequeños comerciantes. Asimismo, se dejaría a familias de escasos recursos sin la posibilidad de tomar refresco.
Argumentan que no hay estudios científicos que digan que los refrescos causan obesidad y diabetes, y añaden que estas son causadas por “factores multifactoriales”.
Hace una semana David Martínez Huerta, reportero de SinEmbargo publicó que las refresqueras ejercían presión en contra de diputados federales mediante despachos cabilderos, que constantemente llamaban a los legisladores, les endulzaban el oído con ofrecimientos e incluso difundieron información falsa, como fue el “borregazo” de difundir que el 7 de este mes la comisión de Economía ya había acordado que el impuesto no pasaría, un tema que no le corresponde decidir a dicho órgano legislativo.
Por su lado los activistas han organizado foros de información, donde incluso han invitado a representantes de la Organización Panamericana de Salud, para apoyar el impuesto.
Asimismo, el 24 de septiembre Jeff Ritterman, ex funcionario del condado de Richmond, California, advirtió de las presiones de las refresqueras, ya que él las vivió cuando hizo una propuesta similar.
Los activistas a favor del impuesto denunciaron que un spot sobre el tema fue bloqueado por las televisoras Televisa, TV Azteca y Milenio.
Lustig fue invitado precisamente por la Alianza por la Salud Alimentaria, que está a favor del impuesto.
CONSUMO EVOLUCIONADO
“El consumo de refrescos en México forma parte de los hábitos de la población desde hace más de 100 años. Desde entonces, la industria embotelladora mexicana ha evolucionado y se ha adaptado para satisfacer los gustos y necesidades de hidratación de los mexicanos”, se lee en la página de la ANPRAC.
Lustig, quien es egresado del Instituto Tecnológico de Massachussets, dijo que en esa evolución es donde se halla la explicación para entender por que el azúcar tiene que ver con la obesidad y la diabetes.
Dice que desde los años sesenta se sospechaba que el azúcar causaba obesidad, pero también había debate de si ésta era causada por las grasas, y al final esta hipótesis cobró fuerza.
De ahí que a partir de los años setenta comenzaron a pulular los productos dietéticos.
Sin embargo, actualmente se observa que a pesar de la reducción en el consumo de grasas, la obesidad es mayor y en parte se debe al aumento en el de carbohidratos, el azúcar, que además de estar presente en los refrescos, lo está en los panes, en las salsas catsup e incluso en algunas presentaciones de carne o comida, para hacer el sabor más agradable.
En el caso de la Coca Cola, contiene cafeína con lo que quien la consume orina agua libre, pero también contiene sal y ésta genera más sed, pero la sal no se detecta ya que la esconde azúcar el azúcar.
“Saben lo que hacen, lo hacen a propósito. La lengua no lo detecta”, afirmó.
El consumo de refrescos se volvió un problema en 1988, cuando comenzaron a detectar aumento en los casos de diabetes tipo dos en adolescentes.
El problema era el azúcar, y que esta viniera en los refrescos, porque las presentaciones de los productos han crecido de tamaño con los años, es parte de su evolución, señaló.
Asimismo, la llegada de la fructosa de jarabe de maíz ayudó a estabilizar a la industria que ya no dependía del azúcar de caña del Caribe para endulzar. Uno de los primeros productos elaborado con fructosa fue la nueva Coca que era muy dulce.
El azúcar es un factor de obesidad y diabetes, pero además del síndrome metabólico, las enfermedades derivadas, de cáncer y dañar el hígado.
n particular la diabetes que suma cuatro por ciento, ahí va el dinero
“Algo que en Estados Unidos puede llevar a la quiebra a Medicare y en México al sistema de salud nacional”.
Otro problema son los azucares añadidos que no vienen desglosados en los productos. Se tienen contabilizados 56 clases, para toda clase de alimentos y bebidas.
“El azúcar está en una tercera parte en bebidas, un sexto en los postres y una media escondida en los yogures, panes y otros productos”.
Es ahí donde se debe regular, y aunque parezca propio de un Estado paternalista que vigila lo que entre a la cocina de los consumidores, sólo afecta en el bolsillo al aplicar impuestos, en cambio dejar entrar el azúcar en casi todos los productos que se consumen, afecta el bolsillo y también la salud, concluyó.